Hoy, 21 de noviembre de 2024, celebramos en nuestra Familia Religiosa el 13º Aniversario de nuestra amada Congregación, compartimos con ustedes la inmensa alegría de servir a la Inmaculada Señora por medio de nuestra comunidad Religiosa.
Nos unimos desde los países donde nos encontramos en oraciones y alabanzas a la «Madre común de todos nosotros», reconociendo que la Congregación nos ha engendrado en un mismo espíritu y carisma para servir a la Iglesia.
Compartimos un extracto de la Carta Circular enviada por nuestra Madre María Jesús, fundadora y superiora general, H.S.F.:
En el decimotercer aniversario de la Congregación, he querido escribir acerca del amor que le debemos a Ella.
“Mujer, he ahí a tu hijo”, fueron estas las únicas palabras que dirigió a su Madre nuestro Señor antes de morir. Pudo haberle dado las gracias por su perfecta maternidad, pudo haberle consolado alabando la correspondencia absoluta que Ella tuvo a su amor, pudo haberle confortado diciéndole que también Ella tendría una morada junto a Él en el paraíso, pudo haberle dicho tantas cosas que fuesen para Ella un rayo de luz en medio del más oscuro y agónico dolor que vivía por su Pasión y Crucifixión. Sin embargo, nada de esto quiso decirle el Señor a su Madre antes de morir, lo que hizo fue recordarle lo que Él quería de Ella, y estando por expirar, viendo al discípulo amado junto a su lado, pronunció aquellas palabras que penetraron lo más hondo de su alma: “He ahí a tu hijo”, como si le dijese: “madre me voy al Padre, pero me quedo en cada uno de ellos; en cada uno, seré tu Hijo, te los entrego para que hagas de ellos, tus otros Cristos”.
Convencidos de que Ella es la medianera de todos los dones que Dios nos da —como bien lo proclama la Iglesia—, debemos tener la absoluta certeza que por su intercesión poseemos los bienes materiales y espirituales de los que estamos rodeados, entre ellos: la inestimable gracia de pertenecer a la Congregación, la cual tiene por carisma el vivir para que Ella y Jesús Eucaristía sean por todos amados, desagraviados y servidos con verdadera devoción.
Nuestra Congregación religiosa, es el seno santo en el que la Madre de Dios nos llevará en esta tierra para después darnos a luz en la eternidad gloriosa donde nos espera su Hijo Jesús. En Ella, formará en nuestras almas todas las virtudes y la perfección que necesitamos para ser los otros Cristos del Padre.